lunes, 2 de febrero de 2015

ECONOMÍA DE BOCAS DEL TORO

TURISMO:
Hace diez años atrás sólo existían 3 hoteles en el Archipiélago de Bocas del Toro. Actualmente hay más de 25 hospedajes que ofrecen diferentes niveles de comodidad a los visitantes que arriban a la región. La mayoría de estos centros se concentran en Isla Colón, sin embargo ya se han establecido algunos en Carenero e Isla Bastimentos. Incremento paralelo han sufrido los restaurantes que ofrecen toda clase de comida internacional y los centros de ventas de artesanías y artículos para turistas.

Mientras la población humana en el archipiélago fue pequeña, no se presentaron conflictos en el uso de los recursos, pero con el aumento en la población y el crecimiento del turismo, cada vez hay una mayor sobreexplotación de los recursos marinos y costeros, así como de los conflictos entre los diferentes usuarios de los recursos. Esto ha provocado que las poblaciones de algunas especies de importancia económica como el caracol, la langosta, el pulpo y varias especies de peces hayan sido sobrexplotadas a tal nivel que su explotación ya no es sustentable. Esta situación ha afectado el ingreso económico de los pescadores, quienes cada vez consiguen menos recursos en sus áreas de pesca tradicionales, por lo que cada vez tienen que ir más lejos y más profundo para conseguir un recurso escaso.

La migración de indígenas desde los poblados de la costa al Archipiélago, asociada al crecimiento natural de la población y al aumento del turismo, ha aumentado la presión sobre los recursos pesqueros, los arrecifes de coral, las praderas de hierbas marinas, los manglares y los bosques de las islas. El crecimiento del turismo, además de acrecentar la demanda de los productos del mar, está generando cambios en la tenencia y el valor de la tierra, situación que si no se maneja en forma apropiada, puede acentuar los problemas socioeconómicos de muchos de los habitantes del Archipiélago. Los jóvenes son los más afectados, pues ya no pueden continuar dedicándose a las actividades tradicionales de sus padres y el turismo no es capaz de absorber a toda la población económicamente activa, por lo que tienen que irse como peones a las plantaciones de banano en Changuinola y Almirante o migrar a las ciudades, donde generalmente no consiguen trabajos bien remunerados.

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